¿Ya no siento lo mismo?
En las relaciones duraderas suele pasar que llega un momento en el que ya no hay o no se dan tantas primeras veces. Este puede ser un punto de inflexión, ya que comenzamos a replantearnos cosas y surgen dudas por todos lados.
Quizá influye mucho la manera en la que concebimos las relaciones, hay cosas que no se tienen por qué dar solas y dependen de cuánto las trabajemos.
Enamoramiento
No me gusta hablar de fases generales relacionadas con el amor porque aunque sea cierto que existe un tipo de “consenso” de las diferentes etapas que se dan, cada relación es una vivencia distinta.
El enamoramiento suele ocurrir casi de la misma forma (aunque sea en distinto orden). El amor tiene un componente social más importante de lo que estamos dispuestos a admitir, es por eso que existe un patrón de comportamiento de la persona enamorada, ya que aprendemos a querer, no nos enamoramos de la manera en la que lo hacemos porque sí.
Estar enamorado suele ser un estado super bonito, estamos empezando a conocer a una persona y estamos súper ilusionadxs. Pero también tiene su parte negativa, ya que las mariposas que sentimos y el hecho de experimentar que se nos cierra el estómago o que nos suden las manos no son precisamente agradables. Ese nudo en el estómago suele ser consecuencia de la ansiedad que nos produce exponernos a una situación nueva que nos llena de incertidumbre.
Conducta amorosa
Desde la perspectiva de la psicología, y más concretamente la del análisis de conducta, se entiende el amor como otra conducta más y aunque muchos intenten calificar esta afirmación como reduccionista, es una de las más completas.
La gran mayoría de nuestros comportamientos son aprendidos, hemos aprendido a prepararnos la comida, a leer, a decir “gracias”, a subir una historia de Instagram y podría pasarme el artículo escribiendo ejemplos. El amor no funciona diferente, desde pequeñitos vamos formando nuestro concepto de “pareja” y vamos construyendo una idea del tipo de afectividad que se da en esta. Quiero evitar a toda costa dedicarle más de una mención al concepto de “amor romántico” que tanto hemos quemado porque personalmente a mi también me cansa, pero es muy importante tener presente que las nociones que tenemos del amor no salen de la nada.
El amor no funciona diferente, desde pequeñitos vamos formando nuestro concepto de “pareja” y vamos construyendo una idea del tipo de afectividad que se da en esta.
En la edad media era imposible entender el amor sin hablar de la muerte, eran inseparables. O en el siglo XVIII los románticos consiguieron que el sexo y el matrimonio pudiesen percibirse como algo que podía ir unido. Y aunque esto ha ido evolucionando históricamente junto con el modo que tenemos de relacionarnos, hay cositas que siguen muy impregnadas en los contextos en los que nos movemos.
Tus abuelos dándose un abrazo, tus padres discutiendo en el salón, tu hermana enamorada de un “malote” o esa canción que cantabas en el colegio para el día de San Valentín han formado gran parte de tu concepto del amor. “H” de tres metros sobre el cielo, Troy Bolton y Gabriela, Carl el de “Up” y todos esos personajes de tus películas favoritas que se te puedan llegar a pasar por la cabeza, también se han encargado de construir este concepto.
Son muchas cosas y muchos años pensándolas igual como para que ahora llegue cualquier discurso a decirte que dejes de pensar así, como si el proceso de deconstrucción de cualquier creencia fuese fácil.
“Con lo fácil que era todo en High School Musical”
A Troy y Gabriela les bastó con cantar “Start of something new” en la fiesta de fin de año la misma noche que se conocieron para tenerlo casi todo hecho, ¿Y yo voy a tener que currármelo más para encontrar al amor de mi vida ? Ah, ¿qué resulta que la conexión se construye y no se trataba solamente de ir al mismo instituto y fingir que todo era perfecto ?
Nos han mentido, las cosas no fluyen tan rápido y por arte de magia y menos cuando se trata de las relaciones de pareja. Y tampoco duran con la misma intensidad para siempre, los vínculos se van modificando a lo largo del tiempo y está bien así.
Esto último deja hueco a que se abran etapas nuevas en las que desarrollemos más confianza, comodidad y tranquilidad, que son emociones menos intensas pero muy agradables.
Cuando estamos demasiado tranquilos
La comodidad nos gusta a todos pero ya no es tan placentera cuando se da siempre y no aparecen nuevos estímulos.
Cuando estamos inmersos en una rutina y se ha generado una confianza, es muy fácil caer en el: “nos queremos y con eso es suficiente” y entrar en la famosa “monotonía”. Pero es que hoy en día mantener relaciones de calidad se está volviendo tremendamente difícil; siempre estamos muy ocupados. Entre jornadas laborales extensas, entrenar, estudiar, mantener la casa ordenada, no hay horas en el día. Y todo esto sin olvidarnos del self-care: entrenar, comer “healthy” y hacernos la “skin-routine”.
Pero es que hoy en día mantener relaciones de calidad se está volviendo tremendamente difícil; siempre estamos muy ocupados.
Claro, luego lo último que nos apetece es trabajar en ese vínculo que parece que tenemos ahí incondicionalmente pero también es importante; el cuerpo solo nos pide descansar y estar cómodos.
No nos apetece mantener conversaciones incómodas o muy extensas, ni reflexionar sobre algo que requiera esfuerzo más allá de tumbarnos en el sofá. Pero también tenemos que hacer un hueco en nuestra vida para el cuidado de nuestras relaciones si es que queremos que estas funcionen.
Aquí te dejo algunas claves para hacer que esos momentos sean más de provecho:
- Buscar estímulos apetitivos.
- Pactar el tiempo que pasamos juntos y cómo.
- Hacer una revisión de las cosas que nos gusta hacer juntos.
- Cambiar creencias rígidas: “todo fluye”.
- Evitar las “micro- rupturas” para buscar emociones fuertes que “rompan” esa monotonía.
Julia Moreno.
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