Relatos eroticos “Hotel Delicias” 4 – Rouze x Easytoys

Hotel Delicias

Episodio 4: ‘Las manos hábiles del chef’

Con las manos apoyadas en la pequeña ventana de la puerta batiente de la cocina, Indie observa al chef Anthony.

Su aliento empaña el frío cristal. Siente un cosquilleo en su interior. Nota que su respiración se acelera mientras observa las acciones de él. Sus fuertes manos manejando sin esfuerzo el cuchillo para cortar un gran trozo de mantequilla, que luego derrite en la sartén, con ese ceño super sexy que Anthony pone cuando se concentra. Su chaqueta de cocinero le aprieta demasiado los bíceps. Hmmm, no se cansa de verlo.

Anthony baja el fuego y se pone a trabajar con una gran bola de masa. Con sus fuertes manos, la amasa y bolea sobre la superficie de trabajo, hasta que se convierte en una bola uniforme y flexible, lista para reposar.

Aún es pronto, su sous-chef no llegará hasta dentro de dos horas, pero seguro que Anthony lleva preparándose mucho más tiempo, Indie lo sabe. Se toma muy en serio su trabajo y sueña con una estrella Michelin. Es justo el chef que ella necesita. Uno que ponga el listón tan alto como ella.

“Es tan sexy”, suspira para sí misma, “esas manos son tan fuertes y grandes que me podrían abarcar todas las nalgas”. Es como si la hubiera oído, porque de repente se da la vuelta y la mira directamente a los ojos. Ella siente que sus mejillas se enrojecen. La ha pillado. Anthony le hace un sutil guiño y vuelve a la mesa de trabajo. ¿Qué quiere decir con el guiño? ¿Puede entrar?

Indie se baja ligeramente la falda lápiz negra para que la tela le apriete aún más las nalgas, se aclara la garganta y abre de un empujón la puerta de la cocina. Anthony, con las manos de nuevo en la masa, silba entre los dientes sin mirarla. “Me da que hoy estás muy guapa”, dice mientras sus manos trabajan y amasan la masa. Eso excita a Indie.

“Ah, sí”, ella se ríe. “¿Y cómo percibes eso?”

Por fin levanta la vista. Sus ojos soñadores, que no parecen corresponder a su ética de trabajo, la perciben. Ella ve cómo su mirada se detiene muy brevemente en sus nalgas. Misión cumplida. Le encanta este juego; una danza calculada en la que ambas partes saben lo que quieren.

Ella da un paso en su dirección.

“¿Qué estás haciendo?”, le pregunta.

Tiene que contenerse para no acercar inmediatamente la nariz al cuello de él y oler su aroma.

“Masa para la focaccia de esta noche», dice mientras sigue amasando estoicamente.

¿Cómo puede ser que le excite tanto que él no le preste atención? Cada vez que la mira por encima, lo único que desea es sentir sus grandes manos llenas de harina en su trasero…

“¿Te ayudo?”, pregunta Indie. “Por una vez me gustaría ensuciarme las manos en vez de registrar a los huéspedes».

Se acerca a él y se apoya en la encimera. Pone las manos sobre la superficie y siente el frío bajo las yemas de los dedos. Presiente que la está observando. Descansa los ojos en la masa e intenta controlar su respiración que empieza a acelerarse. Puede notar el calor que él emana a través de su fina blusa. La chaqueta blanca de cocinero es un traje ridículamente sexy, su piel oscura contrasta maravillosamente con él.

Anthony continúa imperturbable, aplanando la masa con las manos.

“¿Por qué no usas un rodillo?” dice ella con un suspiro…

“Porque…», Anthony acerca su boca al oído de ella, «…se trata de realmente conectar con mis productos», dice en voz baja.

Ella siente cómo el cosquilleo familiar en la vulva se aviva aún más, una promesa de lo que está por venir. La tensión flota en el aire como una espesa capa de melaza. Se da cuenta de que Anthony también respira más rápido. ¿Él también…? Ella sólo puede anhelar que así sea.

“¿Puedo tocarla?», pregunta.

Se desliza por debajo de su brazo y se coloca frente a él, apretada entre su cuerpo y la encimera. Se queda sin aliento. ¿Pero en qué está pensando? Entonces, ella pone la mano sobre la masa, coge la mano de él y la pone sobre la suya. Nota que se le pone la piel de gallina. Siente su aliento en el cuello, le hace cosquillas en la oreja. Nunca se había insinuado a alguien así. ¿Debería avergonzarse o vale la pena correr el riesgo? De pronto él aparta su mano de la de ella. Ella se asusta. Se ha pasado, demasiado rápido, demasiado intrusivo.

Pero entonces siente que la mano que él retira vuelve a tocarla, pero ahora en otra parte… Primero en el hombro, luego en la parte superior de la espalda, y a continuación en la parte inferior de la espalda hasta detenerse en sus nalgas….

“Yo…», empieza ella.

“No hace falta que hablemos”, dice. “Hablar sólo nos distrae de lo que sentimos».

Ohhh, ella le desea con pasión, no hace falta decir nada más….

Sus dos manos se deslizan entre la parte baja de sus piernas y sus nalgas, subiendo suavemente su falda lápiz. Ella se echa a temblar bajo sus caricias.

“¿Estás bien?”, le pregunta al oído con voz ronca.

Indie asiente sonriendo, está más que bien. Está completamente bajo su hechizo. Luego sus manos desaparecen bajo la falda. Con una mano le baja las bragas y con la otra le sujeta la cadera. Ella quiere darse la vuelta para ver su cara, pero también nota cómo su cuerpo se agita al no saber lo que le espera. Él le da la vuelta, con la falda levantada, y la mira. Antes de que ella pueda moverse, él la levanta de un movimiento y la planta en medio de la masa para la focaccia.

Ella suelta un pequeño gemido de sorpresa y luego se echa a reír. Sus nalgas sienten el suave frescor de la masa.

“Así”, dice él, clavando sus penetrantes ojos en los de ella. Así es como realmente conectas con tu producto».

Ella se ríe. “¿Así que crees que soy un producto?”

“Eres el producto más exclusivo que he tenido en mi mesa de trabajo», dice roncamente, «y estoy impaciente por seguir trabajándolo.»

“¿Ah, sí, señor chef?” Indie se ríe. “Esto no era exactamente lo que tenía en mente cuando me ofrecí a ayudarte en la cocina” miente ella picarona.

“De otra manera, no necesitaría ninguna ayuda en la cocina”, se ríe Anthony.

Da un paso atrás y la mira de pies a cabeza. Contiene la respiración. “Guauuu, deberías verte, eres tan guapa”. La mirada de Anthony se posa entre sus piernas, en su coño ya húmedo. Ella siente cómo todo su cuerpo disfruta de lo imprevisible de la situación. “Levántate», dice él. Ella salta de la encimera y ve sus dos nalgas marcadas en la masa levada. No sabe exactamente por qué eso la excita, pero siente que se moja cada vez más.

Anthony la lleva a la única silla que hay en la cocina, un taburete de madera, justo al lado del horno de pizza que está encendido.

“Se trata de sensaciones», le dice a ella. Del mismo modo que un plato puede desafiarte, por ser amargo y dulce a la vez, también puede hacerlo el tacto. ¿Te quitas la falda para mí?».

Y ahí está ella, en la cocina, sólo con su blusa blanca. Siente cómo todo en su interior se enciende porque ahora tiene toda su atención. “Ven, siéntate con las rodillas en el asiento y apóyate con los brazos en el respaldo. Así, sí. ¿Puedes separar un poco más las rodillas?».

Esperaba que le molestara que alguien le dijera lo que tenía que hacer, pero esto es…. diferente. Esto está bien. Ella confía plenamente en Anthony, como si con el mismo cuidado con el que él prepara un plato, colocara ahora su cuerpo. De un armario de la cocina, bajo el fregadero, coge un paño de cocina limpio. «¿Me permites?” Ella siente que su respiración se acelera. Nunca antes había llevado los ojos vendados.

Él le tapa los ojos con el paño de cocina y lo ata por detrás, y ella siente cómo todos sus sentidos se agudizan de repente. Oye el zumbido del frigorífico, el fuego del horno de pizza, muy de lejos oye incluso el parloteo de los huéspedes que están a salvo en sus habitaciones de hotel y no se enteran de nada. Siente el calor del horno… y siente lo desnuda que está. Qué maldita sensación de liberación.

Ella oye cómo él camina en su dirección. Pone su mano en la parte baja de la espalda, sobre las nalgas, la cara interna del muslo y luego… le roza los labios. Siente que ya está abierta, húmeda, nota que la sangre le hincha los labios. Desea tanto que le toque ahí. Le toca las nalgas, la acaricia, y luego, inesperadamente, le da un cachete firme en la nalga derecha. Ella jadea, no se lo esperaba.

Y justo cuando ella siente que empieza a dejar de escocer, él vuelve a darle un cachetito, ahora más fuerte, en la misma nalga. Ella jadea de nuevo y, mientras se inclina hacia delante sobre el respaldo de la silla, empujando accidentalmente su coño aún más hacia atrás, siente por fin los dedos de él en sus labios…..Está empapada.

Él nota lo abierta que está ella, deja que un dedo se deslice en su interior, saca su humedad y la frota sobre su palpitante clítoris que ahora ha emergido por completo. Cada vez que lo frota, ella se hunde más en el respaldo, casi resbalando de la silla. “Siéntate recta”, le oye decir. Le obedece y se levanta. Como recompensa, él le mete dos dedos y la folla suavemente con la mano durante un rato. Mmmm.

Luego… le oye desabrocharse el cinturón, le oye bajarse la cremallera. ¡Dios, sí, por fin! Por fin empuja su polla palpitante y durísima contra sus labios vaginales. Joder, qué grande es…

Su coño arde. Primero deja que su deliciosa y dura polla desaparezca varias veces, despacio, por completo, muy dentro de ella y luego… entra y sale de ella cada vez más rápido. Ella siente cómo se aprieta aún más a su alrededor, cómo casi no queda espacio, cómo va sumergiéndose en él, con su ritmo.

Se sostiene con una mano en el respaldo de la silla y se frota el clítoris con la otra, exactamente al ritmo que él la toma. Tomándola, poseyéndola por completo. Le oye gemir, quiere sentirle más dentro de ella. Ella echa las nalgas un poco más hacia atrás, se frota el clítoris, coge aire, las patas de la silla chirrían. Teme sucumbir a su follada y entonces siente que su orgasmo aumenta…

Se precipita en su cuerpo, la inunda y, mientras él tira cada vez más fuerte de su pelo, siente que se apodera de ella. Ella grita, temblando en sus brazos. Impulsado por su orgasmo, Anthony eyacula su semen profundamente dentro de ella.

Suavemente, él sale de ella, le desata la venda de los ojos y la ayuda a levantarse de la silla. Ella se apoya en la encimera, donde sus nalgas aún se alzan como un trofeo en la masa, y coge el vaso de agua que Anthony le ha servido.

“Por lo visto, las aguas más mansas son las más peligrosas», dice Indie.

Anthony le hace otro guiño, pero esta vez ella intuye inmediatamente lo que quiere decir.

“Si tú lo dices”… responde él.

La serie “Hotel Delicias” es una producción de la plataforma de audio erótico Rouze. Aviva tu imaginación y escucha (o lee) las historias en www.rouze.me. Esta serie fue creada en colaboración con Easytoys.

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