Historia erótica “Hotel Delicias” 2 – Rouze x Easytoys

Erotic story Hotel Delight

Episodio 2: ‘Una cálida acogida’

El sol deja caer sus rayos a través de la pequeña vidriera situada sobre la puerta, bañando el vestíbulo con una hermosa luz naranja y rosa. Es la última hora de la tarde, la mayoría de los huéspedes están disfrutando del sol en una terraza del centro de la ciudad, aún es demasiado pronto para cenar y, por tanto, aún se respira tranquilidad en el hotel de Indie. Y, cuando eres la dueña de un hotel, te alegras de cada minuto libre que puedes aprovechar, porque vaya… la vida es un no parar….

El hotel de Indie era exactamente como ella siempre se lo había imaginado: una moqueta roja con detalles dorados en las escaleras, una enorme lámpara de araña en el vestíbulo, camareras con delantales blancos bien almidonados y grandes llaves doradas para acceder a las habitaciones de estilo boudoir. Desde su más tierna infancia, ese siempre había sido su sueño. Iba a ser SU hotel, y aunque aún le sonase a cuento de hadas, llevaba ya dos semanas abierto.

Indie había decidido no conformarse con nada que no fuera excelente, y había elegido a su personal con la precisión de una neurocirujana. Tanto si se trataba de la limpieza, la recepción, el servicio técnico, la cocina o el bar: las fotos del personal que decoraban la pared no mentían. Todos sonreían como profesionales y todos contaban con esa pícara mirada…, para la que ella tenía tanto olfato.

“Oh, Simón”, gime Indie con voz ronca a la vez que agarra con fuerza el mueble antiguo donde cuelgan las grandes llaves doradas de las habitaciones. Se le escapa un gemido y aparta los ojos de las fotos colocadas en la pared, mirando hacia abajo con satisfacción.

Simón, un atractivo camarero deja por un momento lo que está haciendo y le dedica una gran sonrisa. Su boca aún nota la humedad de su cuerpo. ¡Dios mío! Se había propuesto no permitirse ninguna distracción hoy, había demasiadas cosas por hacer.

Pero bueno, Simón era, en realidad, una tarea pendiente en su lista de fantasías. Él la mira fijamente con una sonrisa pícara y exclama:

«Jefa, dime, ¿en qué estás pensando?” “Me da que pronto tendré que cobrar horas extra”.

Indie se ríe a carcajadas. Este hombre es un desvergonzado. O más bien, es joven. Tiene unos 25 años, es unos 10 años más joven que ella, pero el aplomo y seguridad que muestra al hablar y al hacer cualquier cosa le hacen llevar la batuta en esos juegos sexuales. Y no es que ella sea la única para Simón. Su lista de amantes es más larga que la lista de invitados a la boda del príncipe Guillermo y Kate. Ella sabe que tiene que ser profesional como propietaria del hotel, pero también sabe que no gestiona un hotel cualquiera. En el Hotel Delicias, lo más importante es disfrutar. Y esto aplica tanto para los huéspedes como para el personal. Vuelve a empujar la boca sonriente de Simón entre sus piernas, y en cuanto siente su lengua deslizándose de nuevo por su clítoris, intuye que no tardará mucho en correrse. Está empapada.

Con largas y húmedas pasadas de su suave lengua, lame toda su vulva. Luego aprieta la lengua contra su punto G mientras  hace pequeños círculos alrededor de su clítoris, cada vez más rápido, hasta que Indie siente que está a punto de alcanzar el clímax. Empieza a temblarle ligeramente la pierna izquierda. Entonces él deja que su lengua se deslice de nuevo hasta sus profundidades, metiéndosela gruesa y firme dentro del coño, follándosela con la lengua, llenándola por dentro….

“Joder, joder, joder», alcanza a decir mientras él la lleva al abismo del orgasmo. Le agarra el pelo con una mano. Y, cuanto más tira ella de su pelo, más fuerte la folla con la lengua, metiéndola y sacándola, mientras traza pequeños círculos alrededor del clítoris y acaricia despacio su vulva, y de nuevo dentro y fuera. Ella no puede aguantar más. Con una mano en su pelo y otra contra la pared, no logra contener el temblor de las piernas. Es tal la potencia con la que la está follando con la lengua que el armario con las grandes llaves doradas de las habitaciones tiembla a la vez que lo hace ella, y la llave de la habitación 11 cae al suelo.

Y entonces… siente cómo el orgasmo le traspasa como un relámpago.

La luz rosa que atraviesa la vidriera se rompe. Ella reacciona instintivamente por la interrupción, haciendo que Simón se caiga. Empieza a reírse nerviosa cuando los nuevos huéspedes entran en el vestíbulo. Le lanza una mirada a Simón, le hace un gesto para que permanezca agachado bajo el mostrador mientras se lleva un dedo a los labios.

Después, dirige su atención a la joven pareja que acaba de entrar: con sus maletas de ruedas, una piel impecable y unos peinados desenfadados tienes el tipo de belleza que parece no requerir esfuerzo, ¡son guapísimos!

«¡Buenas tardes!» les dice Indie con voz entrecortada. Aún le tiembla un poco la voz por la excitación. Rápidamente, se recoloca algunos pelos sueltos del recogido. Espera no parecer demasiado despeinada. «¡Qué puntuales sois!

Intercambian formalidades sobre el tiempo, la ciudad y los largos días de verano que les esperan entre los canales de Ámsterdam. Indie les recomienda su bar favorito, aquí enfrente. Es uno de esos típicos bares antiguos y acogedores de madera, donde todavía sirven la cerveza con un bol de frutos secos.

Cuando va a coger la llave de sus huéspedes, la número 11, se da cuenta de que es la que se le cayó al suelo con el frenesí anterior. Mientras se disculpa, se agacha para recoger la llave y mira a Simón directamente a sus ojos traviesos. Durante toda la conversación, Simón se queda esperando pacientemente agachado a su lado, pero ahora se acerca silenciosamente hacia ella. De repente, con la puerta del hotel abierta, nota una brisa fresca sobre el clítoris y se da cuenta de que aún sigue desnuda bajo la falda. Inmediatamente nota que le invade de nuevo la excitación.

Mientras, les sigue hablando a sus clientes de la habitación que han reservado…

«…preciosas vistas, la clásica bañera con patas y un colchón tan suave que parece que duermes sobre las olas del Mediterráneo» siente cómo Simón vuelve a deslizar su lengua por sus pantorrillas, por sus rodillas y por el interior de sus muslos. Y así, sin hacer ruido, llega de nuevo hasta su húmedo y palpitante coño. Cuando le toca el clítoris con la punta de la lengua, ella vuelve a lanzar un suspiro. Afortunadamente, sus huéspedes, cautivados por la decoración del hotel, están distraídos mientras hablan entre ellos.

Indie les entrega la llave sobre el mostrador. Se da cuenta de que le tiembla la mano. En ese momento, la lengua de Simón desaparece de nuevo en su interior, ella suspira y se tambalea.

“¿Estás bien?”

La chica de la pareja le agarra la mano un momento.

“Estás toda sudada”, le comenta.

Y entonces ocurre lo inevitable: la chica mira por encima del mostrador lo justo para divisar la cabeza de Simón entre las piernas de Indie. Le da un codazo a su novio. Indie ve cómo sus caras pasan de la incredulidad, a curiosidad y a excitación. Y en ese momento, Indie se hunde aliviada contra la barandilla del mostrador, abre más las piernas y se sube la falda para que la pareja pueda ver cómo Simón la cubre de lametones, moviendo la lengua con destreza vuelve a separar los labios de Indie y la penetra profundamente.

Indie cierra los ojos, y se deja llevar por un momento. Se olvida de dónde está, en su hotel, abierto hace apenas dos semanas, con sus huéspedes, recién llegados hace cinco minutos. Se olvida de Greg, al que parece que no acaba de entender, y en el que realmente no quiere pensar ahora mismo. Lo suelta todo. Y entonces, siente el familiar e intenso cosquilleo que le atraviesa…

Al abrir los ojos, aunque apenas pueden enfocar, Indie ve que la pareja de la habitación 11 se han desplazado detrás de la barra por las puertas batientes de madera y ahora están justo enfrente de ella. El chico se apoya sobre el mostrador mientras su novia le da la espalda, e Indie ve cómo las manos de él desaparecen bajo su vestido de verano. Cuando el chico de la pareja desliza la mano bajo las bragas de la chica, ella también se sube el vestido para que Indie pueda mirar su chocho suave y brillante, de un precioso rosa oscuro, con los labios rezumando excitación. En ese momento, ve cómo el chico rodea con el índice el clítoris de la chica y luego le mete primero con cuidado un dedo, explorándola, y luego el segundo dedo. Luego empieza a follarla con dos dedos, mientras a Indie la folla Simón con la lengua.

Al concentrarse de nuevo en sus lametones, siente como llega el clímax, ahora sí, en perfecta sincronía. La oleada de excitación recorre su cuerpo en vibraciones, y ella siente que le tiemblan las piernas. Se aferra al mostrador, echa la cabeza hacia atrás y un prolongado gemido escapa de su garganta.

Indie se detiene un momento para recuperar el aliento y luego levanta a Simón. Le besa la boca húmeda, llena de ella, suave de ella. Su polla tiesa se aprecia claramente en la entrepierna.

“La próxima vez”, le promete.

La chica de la pareja también llega al orgasmo. Indie les mira con aprobación, se acerca a ambos y besa primero a la chica, con ternura, en la boca, y luego al chico en la mejilla mientras les dice: “Tengo algo para vosotros”, y escoge uno de sus paquetes sorpresa. Sólo ella sabe que dentro hay un pequeño dilatador anal y unos huevos vibradores…

“Bienvenidos, espero que disfrutéis a fondo de vuestra estancia”.

La serie “Hotel Delicias” es una producción de la plataforma de audio erótico Rouze. Aviva tu imaginación y escucha (o lee) las historias en www.rouze.me. Esta serie fue creada en colaboración con Easytoys.

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