Conocer y trabajar mi deseo sexual

deseo sexual
Elizabeth Clapés

 

Escrito por nuestra sexóloga Elizabeth Clapés.

 

El deseo sexual es el interés y el impulso que nos mueve a tener relaciones sexuales. Este suele fluctuar a lo largo de la vida, viéndose afectado por factores orgánicos, psicológicos, y/o contextuales.

La falta de deseo sexual es uno de los motivos de consulta más habituales en sexología, sobre todo por parte de mujeres. En algunas ocasiones, su disminución puede ir asociada a disfunciones sexuales, que son alteraciones que complican o impiden mantener relaciones sexuales, como por ejemplo: la disfunción eréctil, la eyaculación precoz, el vaginismo… También puede tener relación con alteraciones hormonales, enfermedades metabólicas, tratamientos con determinados medicamentos y enfermedades crónicas (diabetes, afecciones cardíacas…). En estos casos, lo mejor es acudir a un profesional que pueda hacer una valoración de nuestra situación.

Por lo que respecta a la implicación psicológica en la falta de deseo sexual, hay tener muy presente el estrés, la ansiedad, la depresión, el cansancio, el miedo… Estos factores afectan y mucho. Otras circunstancias que pueden provocar cambios en nuestro deseo sexual son las experiencias traumáticas, la educación sexual recibida, la autoestima y la relación de pareja. Respecto a este último aspecto, cabe destacar que el deseo sexual suele ser uno de los primeros afectados cuando la relación no está pasando por un buen momento, ya sea por monotonía, por una infidelidad, celos, discusiones recurrentes… Por eso, en muchas ocasiones, se trata en terapia de pareja.

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¿Y la asexualidad?

Hago un pequeño inciso para hablar sobre la asexualidad. La asexualidad es una orientación sexual que implica que la persona no siente atracción sexual por otrxs (aunque sí puede sentir otro tipo de atracción). Algunas personas asexuales practican la autosexualidad, que implica la masturbación porque sí sienten excitación, pero no deseo hacia otrx. Cabe destacar que sí pueden disfrutar de las relaciones sexuales porque a nivel físico tienen la capacidad de sentir placer, pero no sienten ganas ni interés en mantenerlas.

Tener una disminución del deseo sexual después de haberlo sentido anteriormente, aunque sea prolongado en el tiempo, no implica ser asexual. En este caso sería necesario explorar todas las áreas mencionadas más arriba, para así poder valorar dónde está la fuente del problema.

Replantearse la asexualidad es algo natural, todxs pasamos por épocas en las que nuestro deseo sexual disminuye y al saber sobre este termino, nos preguntamos: “¿Y si es mi caso?”. Para averiguarlo, podemos hacernos varias preguntas:

  • ¿La disminución del deseo sexual viene de ahora, o es desde siempre?
  • Cuando he tenido relaciones sexuales, ¿Ha sido por “cumplir” con lo que se esperaba de mí o realmente me apetecía?
  • ¿He sufrido alguna experiencia traumática relacionada con el sexo?
  • ¿Cuándo empecé a sentir que tenía menos deseo sexual?
  • ¿Por qué puede ser que empezase?
  • ¿Qué educación sexual he recibido por parte de mis padres? ¿Cómo ha sido? ¿Puede haber afectado?

Puede que encajemos dentro de la asexualidad y eso está bien, pero antes de asumir esto, es importante valorar todas las áreas.

¿Qué puedo hacer para trabajar mi deseo sexual?

Para trabajar nuestro deseo sexual, lo más importante no es estimular las zonas erógenas, sino el cerebro. El deseo sexual se trabaja y se mantiene vivo para que así se adapte lo mejor posible a las fluctuaciones que vivirá a lo largo de los años, y para eso es muy importante erotizar nuestra mente.

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Cosas que podemos hacer para trabajar el deseo sexual:

  • Mastúrbate: masturbarse es una maravillosa forma de alimentar el deseo sexual.
  • No convertirse en el “antimorbo”: cuando conocemos a alguien, tratamos de seducir a esta persona y por ello nos vestimos y perfumamos de la mejor manera que sabemos. Sin embargo, con el paso del tiempo, dejamos de hacerlo. Error. Evitemos descuidarnos, que la confianza no dé tanto asco.
  • Ve a un sex-shop y regala (o regálate) un juguete sexual, un lubricante nuevo, un antifaz de seda, unas esposas, un disfraz… Lo que sea, el caso es innovar y probar cosas nuevas.
  • Sal de la rutina y ten relaciones sexuales (con otras personas o contigo mismx) en lugares menos habituales. No hace falta que recurramos al riesgo, pero si solemos hacerlo en la cama, podemos probar a ver qué tal se nos da encima de la lavadora, en el baño o en la encimera de la cocina.
  • Lee literatura erótica y ponte series y películas con escenas sexuales.
  • Trabaja la comunicación con tu pareja (en el caso de que tengamos). A nivel sexual, es necesario explicarle a la otra persona lo que nos gusta y lo que no, y fuera de este ámbito, la comunicación es fundamental para que nuestra pareja sepa qué cosas del día a día pueden afectar a nuestro deseo sexual.
  • Siéntete sexy: cómprate lencería de encaje, ropa interior que te haga sentir atractivx, pijamas que no sean de ositos… Estar cómodx es genial, pero que también haya días de sentirse un dios o una diosa.
  • Pon en práctica las fantasías eróticas. Antes de dormir, al despertarte, cuando tengas un ratito libre, cuando vayas en metro, mientras trabajas… cuando sea, imagínate escenas sexuales en las que tú eres el/la protagonista. Erotiza tu mente y si te atreves, compártelas con alguien hacia quien sientas atracción sexual.
  • Abandonemos el modelo de sexo = penetración: tener relaciones sexuales que estrictamente tengan que acabar en penetración y orgasmo, puede provocar que en algunas ocasiones no nos apetezca intimar. Demos más protagonismo a las caricias, a los besos, a la masturbación, al roce, al sexo oral… Y si no acaba en orgasmo, no pasa nada: seguimos más tarde 😉

Ojalá estos consejitos os echen un cable con el deseo sexual. ¿Qué otros “tips” añadirías tú?

Recuerda que puedes dejar tus consultas en el siguiente link: https://www.easytoys.es/mag/author/elizabeth-clapes/

Elizabeth Clapés

Sexóloga

Soy Elizabeth Clapés, más conocida en redes sociales como Esmi por mi Instagram @esmipsicologa. Estudié psicología y actualmente estoy especializada en las relaciones de pareja (incluido rupturas) y la terapia sexual.

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