Cómo afecta el verano al deseo sexual

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Escrito por nuestra sexóloga Arola Poch

En verano somos más activos sexualmente. No solo es una intuición, hay encuestas que lo confirman. Una reciente dice que para más de la mitad de los españoles (50,8%) es así. En el ranking de estaciones con más marcha, le sigue la primavera (24,6%), el invierno (16,4%) y el otoño (8,2%). Dentro del verano, el mes con más actividad es agosto, seguido de julio, junio y septiembre.

Seguramente estos datos no os sorprendan. La intuición nos sigue diciendo que el calor y tener más tiempo libre son dos buenas razones para este aumento de deseo sexual. Es cierto, pero vamos a profundizar en estos motivos para entender mejor por qué en verano más que amor, es frenesí.

Hay una explicación científica para este aumento del deseo: la luz solar y las temperaturas altas elevan el nivel de varias hormonas, como la dopamina y la oxitocina. La primera provoca placer y sensación de bienestar. La oxitocina, por su parte, genera un incremento de la sociabilidad, pérdida del miedo al fracaso y nos ayuda a establecer vínculos. Estar de buen rollo y con ganas de conocer gente es sin duda un primer paso para incrementar la actividad sexual.

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Con el sol se genera vitamina D y esta se relaciona con la testosterona. Según algunos estudios realizados a mayor cantidad de vitamina D, mayor nivel de testosterona en la sangre y, al contrario, un déficit de vitamina D se vincula con un bajo deseo sexual. La testosterona es la hormona encargada del mantenimiento y aumento de la libido. Y solo por recordarlo, tanto hombres como mujeres generamos testosterona (en diferente cantidad, claro).

Por otro lado, está la cuestión de poder disfrutar de más tiempo libre: vacaciones (para quién las tenga en esta época), menos obligaciones, menos estrés… Un cerebro relajado y un cuerpo descansado son un buen punto de partida para que el deseo sexual pueda abrirse paso. No solo basta con eso, debemos activar el modo erótico de nuestra mente. Quiero decir que el deseo no aparece solo, porque sí, hay que ayudarle. El cerebro es nuestro principal órgano sexual, si lo estimulamos (con fantasías eróticas, por ejemplo) lo predispondremos a impulsar y acoger la libido.

El cerebro es un gran motor, no hay duda, pero si además tenemos un estímulo externo que nos despierte el deseo, estupendo. “¿Estímulos externos? ¡En verano se ve mucha carne! Como para no ir locos”. Esta frase que puede sonar a argumento de cuñado resulta que también tiene su base. La excitación nos viene por diferentes sentidos y la vista es uno importante. Y si no que se lo digan a las personas fetichistas de pies que con la salida de las sandalias a la calle van mirando más al suelo que al frente. Por otro lado, y siguiendo con los sentidos, al estar el cuerpo menos tapado, también aumenta el tacto, las sensaciones en la piel (aunque con la situación actual el contacto físico esté, por desgracia, restringido).

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Quizás influido por lo anterior, el verano es una estación que alberga muchas fantasías sexuales. La playa, el mar, el agua, la montaña… el aire libre en general son paisajes que asociamos a un sexo lúdico y muy satisfactorio. Y ya hemos hablado de la importancia de las fantasías para estimular nuestra mente y con ella, el deseo. Por responsabilidad y para evitar decepciones, debo recordar que en las fantasías todo funciona como un reloj suizo y en la realidad puede que no sea así. Puede que en el agua la penetración resulte más difícil, que en la montaña las hierbas te rocen el culo y no te dejen concéntrate o que en la playa estés sufriendo por si os pilla alguien (aunque si eres exhibicionista este sea un punto a favor y no en contra).

No puedo acabar sin acordarme de aquellas personas a las que el calor les sienta fatal. En los casos en los que las altas temperaturas agobian y dejan sin energías será difícil que la libido aparezca. Y es que el deseo depende de muchos factores (biológicos, psicológicos, ambientales) y se ve afectado si alguno no está alineado. Para estos y en general para facilitar que el calor de más no nos active de menos, tenemos algunos buenos aliados, como por ejemplo, un buen ventilador, el aire acondicionado o el agua fresca de la ducha. En este último caso, recomiendo una buena alfombrilla antideslizante. El sexo, siempre, ha de ser seguro.

Arola Poch

Sexóloga

Arola Poch es psicóloga y sexóloga. Licenciada en Comunicación Audiovisual. Es experta en fetichismos y sexualidades no normativas. Imparte talleres de educación sexual para jóvenes y adultos, es profesora universitaria, tiene consulta de sexología y parejas. Cuenta con dos libros publicados “Las cosas claras” y “Lo normal es ser raro”. Colabora con frecuencia en medios de comunicación, entre otros, desde hace cinco años está semanalmente en Radio Nacional de España.

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1 comentario

David
junio 22, 2021 5:52 am

Es curioso. El calor despierta el sexo. Pero según este artículo en invierno hay más sexo que en otoño. Pq será?

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