¿Por qué nos besamos?

¿Por qué nos besamos?
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Escrito por nuestra sexóloga Arola Poch

Si se piensa fríamente, presionar los labios contra los de otra persona, quizás juntar las lenguas en un baile a poder ser coordinado e intercambiar saliva (junto con sus miles de bacterias, inocuas en su gran mayoría) es una conducta extraña. Pero si dejamos de lado la objetividad, ¡qué maravilla besarse! Pero, ¿por qué nos besamos?

Besos y motivos para besarse hay muchos. Entre otros, hay besos de amor, de cortesía, de saludo, de agradecimiento y de pasión. Vamos a centrarnos en estos últimos, el llamado beso francés. Según la ciencia, las sustancias químicas que contiene la saliva nos ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Las mujeres, parece que nosotras evaluamos más a través de los besos, detectamos compatibilidades a través de esas substancias y del olor. Sin necesidad de entrar en aspectos científicos, puede que algo de esto os haya pasado cuando un beso no ha ido tan bien como esperabais y os ha cortado el rollo.

En los hombres hay otro motivo para besarse y es compartir saliva. Su saliva contiene testosterona, con lo que intercambiarla podría ser un recurso para aumentar la libido de quien recibe ese ósculo. Ambas cosas han sido recursos de la humanidad, siempre tan práctica, para conseguir la reproducción de la especie.

Pero me parece tristón quedarnos en esta visión fría, así que vamos a seguir avanzando. Los labios son una zona muy sensible gracias a sus muchas terminaciones nerviosas, lo que hace que el tacto con ellos transmita muchas sensaciones. Esto hay que combinarlo con la reacción química que se produce en nuestro cerebro con un buen beso: se libera dopamina, serotonina y, sobre todo, oxitocina. Es decir, las hormonas que nos hacen sentir felicidad, bienestar y amor. Un beso de esos que nos evaden de la realidad durante unos segundos nos hace sentir bien, muy bien. No necesitamos muchos más motivos para hacerlo, ¿no os parece?

Durante esos besos que evaden de la realidad la mayoría de las personas, consciente o inconscientemente, cierran los ojos. Posiblemente se haga para aumentar las sensaciones placenteras. Si “anulamos” un sentido se potencian los otros ya que el cerebro solo tiene que procesar estímulos de un sentido y no de varios. Dicho de forma sencilla, nos concentramos en lo que estamos haciendo y no nos distraemos con otras cosas.

Más allá de la pasión, los besos son muestra de amor y es quizás por esto o por todo lo que acabamos de ver que se comparte, que hay quienes le dan una connotación muy íntima a esa unión de labios, salivas y lenguas. Si habéis visto la película Pretty Woman, quizás recordaréis a Vivian Ward, el personaje interpretado por Julia Roberts, diciendo que no besaba en la boca porque era algo muy personal. Algo similar pasa en algunas parejas swingers (aquellas que de forma consentida por todas las partes tienen relaciones sexuales con otras personas), que entre sus límites incluyen no hacerlo. Los besos tienen una carga emocional importante.

Otros besos sexuales

La sensibilidad de labios y lengua, la posibilidad de tener mucha precisión en dónde se quiere estimular, la saliva que aporta un extra de humedad, el tacto suave de labios y lengua son motivos más que suficientes para que sean elementos muy usados para la estimulación sexual. En este sentido, el beso más conocido es el beso negro, es decir, que una persona utilice su boca para dar placer en el ano a la otra. La higiene siempre, y aquí más, es obligada.

Su contrario en cuanto a color, el beso blanco, consiste en recibir la eyaculación de la pareja en la boca y acto seguido trasladar el semen a su emisor mediante un beso con lengua.

Si has torcido la cara con el blanco, te recomiendo que no leas este párrafo. El beso arcoíris incluye el intercambio de fluidos corporales, concretamente sangre menstrual y semen, entre los dos miembros de la pareja. Tras realizarse sexo oral mutuamente, la práctica finaliza con un beso apasionado.

Aunque quizás sea obvio, cabe recordar que todo esto debe realizarse siempre con todas las garantías de salud.

Estas prácticas pueden resultar muy morbosas, siempre dependiendo de los gustos particulares de cada cual, por supuesto. Y es que otro motivo de por qué nos besamos es por esa excitación psicológica que nos provoca un determinado acto. Por ejemplo, un beso apasionado puede anticipar un sexo potencialmente magnífico, un beso del color que sea puede situar en un lugar transgresor que a algunas personas les pone.

Y aunque acabo de decir que un ósculo puede ser el inicio de una relación sexual con más prácticas, no puedo acabar sin decir que un beso, un buen beso, se basta y se sobra por sí mismo. Y es que deberíamos disfrutarlo sin pensar que son la antesala de otra cosa mejor. Cierra los ojos y siéntelo.

Bonus track: Hablando de otros besos sexuales quizás llegados a este punto alguien ha echado en falta el beso de Singapur. En esta práctica, durante la penetración, se aprietan ligeramente los músculos vaginales para realizar una especie de masaje al pene. No me he olvidado de él, simplemente es que no es un beso que se dé con labios y lengua.

Arola Poch

Sexóloga

Arola Poch es psicóloga y sexóloga. Licenciada en Comunicación Audiovisual. Es experta en fetichismos y sexualidades no normativas. Imparte talleres de educación sexual para jóvenes y adultos, es profesora universitaria, tiene consulta de sexología y parejas. Cuenta con dos libros publicados “Las cosas claras” y “Lo normal es ser raro”. Colabora con frecuencia en medios de comunicación, entre otros, desde hace cinco años está semanalmente en Radio Nacional de España.

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