¡Vuelve el CALENDARIO DE ADVIENTO! ✨ Compra ahora con un descuento adicional durante nuestros Días de Miembros

5.817 vistas

Límites

16 julio 2021,

Escrito por

Elizabeth Clapés

 

Escrito por nuestra sexóloga Elizabeth Clapés.

 

¿Qué es eso de “poner límites en las relaciones interpersonales”? Pues es uno de los principales y más importantes pasos a dar al establecer cualquier tipo de relación. Te lo voy a explicar con un ejemplo:

Es martes, las 14:00 y has quedado con tu cuñada para comer pero llega tarde (otra vez). Empiezas a ponerte de mal humor, a resoplar. Han pasado quince minutos y ya no te apetece comer con ella, siempre está igual. Llega media hora tarde (como siempre) y aunque tratas de disimular, estás de morros. Al llegar a tu casa, lo pagas y te desahogas con tu mujer.

Es en ese momento, en el que empiezas a estar de mal humor y con la necesidad de resoplar, en el que alguien ha cruzado tus límites y, como lo has permitido, la rabia es mayor. Porque sí, esa persona ha vuelto a hacerlo pero tú has vuelto a tener que fingir que no pasa nada.

Los límites son esas líneas invisibles que ponemos al relacionarnos con los demás con la intención de que no las crucen. Todos tenemos límites porque todos nos sentimos violentados cuando alguien hace determinadas cosas que nos afectan. Sin embargo, hay una enorme diferencia y es que no todo el mundo sabe cuáles son sus límites y como consecuencia, ni los comunica ni los respeta.

Entonces, ¿Cómo identifico mis límites?

Para identificarlos, te propongo que te hagas unas cuantas preguntas:

  • ¿Qué me hace daño y permito?
  • ¿Qué no debería tolerar?
  • ¿Con qué odio hacer la vista gorda?

Esos son tus límites. Para establecer límites hay que tener muy claro qué es lo que nos genera malestar para así dejar de permitirlo.

Y me dirás: “Ya, muy bien. Yo sé lo que me molesta, lo que pasa es que no me atrevo a decirlo”.

Y sí, lo sé y lo entiendo. Nos pasa a todos, a ver si te piensas que aprender a decir “hasta aquí” a los demás cuando no se lo has dicho nunca es algo fácil. Es difícil pero se aprende, piensa que más difícil sería pasarnos la vida tolerando todo lo que nos hacen. Viviríamos enfadados, tristes, decepcionados con los demás y con nosotros mismos.

límites

Entonces, una vez identificados nuestros límites… ¿Cómo los ponemos?

Los ponemos de forma asertiva, desde el cariño y el respeto. Cuando ponemos límites no podemos hacerlo de una forma violenta, eso solo hará que perdamos la razón y que la otra persona reaccione a la defensiva. Siguiendo con el caso anterior:

Cuando llega tu cuñada al restaurante, le dices: “Marta, me encanta estar contigo pero me molesta muchísimo que llegues tarde, vas a tener que hacer un esfuerzo por llegar puntual cuando quedes conmigo”. 

Diciéndoselo de esta manera estás dándole a entender hasta dónde piensas tolerar y lo que no vas a aceptar pero de una forma cercana y cálida que difícilmente se tomará como un ataque. Si no pones estas limitaciones y permites que los actos de los demás te hagan daño y como consecuencia, condicionen tu estado anímico, te estás fallando a ti.

También cabe decir que una persona que se merezca tenerte a su lado, agradecerá que le cuentes si algo de lo que hace te sienta mal. Una buena persona no querrá que toleres cosas que te hieren sabiendo que puede hacer un esfuerzo por cambiarlas.

Hasta aquí puede parecer complicado pero dentro de lo que cabe, más o menos llevadero, pero… ¿Qué pasa cuando alguien, aún siendo conocedor de nuestros límites, se los salta?

¡Aquí viene la parte difícil! Y es que no basta con tener límites y manifestarlos a nuestro entorno, sino que además, debemos tomar la responsabilidad con nosotros mismos de cumplir con las CONSECUENCIAS que acarrea que alguien cruce nuestros límites.

Si no vas a ejecutar la consecuencia, mejor no pongas límites. Para ponerte un ejemplo muy claro: es como decirle a tu hija que la castigarás si pega a su hermano pero que cuando lo haga, no la castigues. ¿Qué pasará? Que seguirá llevando a cabo esta conducta inadecuada porque sabe que, por mucho que amenaces, no cumples con tu palabra. La consecuencia es que tu palabra pierde valor.

Es importante que sepas que los límites no son amenazas, son simplemente pautas para enseñar a los demás cómo tratarnos para que nos sintamos cómodxs, es por el beneficio de ambas partes.

límites

¿Cómo sería ejecutar una consecuencia en el ejemplo que hemos propuesto antes?

Pues en primer lugar, recomiendo avisar de dicha consecuencia para que la persona sea conocedora de que existe. Por ejemplo:

“Marta, me encanta estar contigo pero me molesta muchísimo que llegues tarde, vas a tener que hacer un esfuerzo por llegar puntual cuando quedes conmigo. Si llegas tarde lo más probable es que ya no me encuentres aquí, me iré a casa.”

Suena fuerte pero se puede decir con todo el cariño y calidez del mundo, cómo lo dices determinará la respuesta del otro. Y lo más importante: cumple con tu palabra.

Puedes verte en la situación de que, al no haber puesto límites nunca, las personas de tu entorno se extrañen al oírte hablar así. En este caso, siéntete totalmente libre de decir: “sé que hasta ahora nunca he hablado así y puede sonar raro, pero he decidido empezar a decir lo que siento para estar más cómoda, todos nos aguantamos cosas y eso nos acaba quemando y yo no quiero que me pase tal cosa”.

No poner límites acaba afectando a todas nuestras relaciones, incluida la que tenemos con nosotros mismxs porque aprendemos a aguantar, a contener, a mordernos la lengua y a guardar rencor a personas por cosas que hacen sin querer (o queriendo, todo sea dicho). Y claro, ¿Qué sucede después? Que nuestra autoestima se resiente y que lo pagamos con aquellos con quienes más confianza tenemos.

Como he dicho: poner límites es difícil pero más complicado es vivir tolerando todo lo que nos hace daño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas