Cómo ser un buen amante

Escrito por nuestra sexóloga Arola Poch

Tener la fórmula infalible para conseguir que todas las noches de sexo sean un éxito rotundo es el sueño húmedo de muchas personas. En este artículo vamos a hablar precisamente de ello, de qué se necesita para ser un buen amante. Y como las expectativas las carga el diablo, voy a empezar aclarando que esa fórmula mágica no existe. Pero sí hay algunas ideas que pueden ayudar a cumplir ese sueño.

Antes de ir a por ellas, permitidme aclarar qué NO hay que hacer para ser un buen amante. No hay que fijarse en ninguna cantidad. No hay que contar ni medir nada. Ni la duración del polvo, ni cuántos echas en una noche, ni los centímetros de pene, ni el número de orgasmos. No, nada de eso es una medida que vaya a servir. “¿El número de orgasmos tampoco?”, estará pensando alguno. A ver, eso puede dar una pista pero realmente no es definitivo. Un encuentro sexual puede ser maravilloso sin orgasmo y quedarse en corrientito experimentando uno o varios. Porque unos segundos de placer, por muy intensos que sean, no van a compensar si el resto no es bueno.

Tampoco seremos buenos amantes simplemente por seguir la última técnica de moda. O por practicar y practicar como si no hubiera un mañana. La experiencia es un grado, sí, pero si haces las mismas cosas siempre y las haces mal, no te va a servir para mejorar tu desempeño. La experiencia es una fuente de aprendizaje relativa. Así que tener relaciones te va a ayudar pero procura aplicar lo que vamos a ver a continuación.

Una fuente de aprendizaje válida es la teoría. Actualmente hay mucha información rigurosa que puede servir para conocer los cuerpos, las zonas de placer, las reacciones, quitar prejuicios y aprender consejos o técnicas. Siempre teniendo en cuenta que la teoría nos da una visión general y que, luego, cada persona con la que estemos y cada situación serán diferentes.

Y aquí, en la diferencia, está el quid de la cuestión. Saberse adaptar a lo que necesita cada persona y situación es una de las claves para ser un buen amante. Las verdaderas habilidades sexuales no son saber provocar un squirt o hacer la mejor felación. Lo son saber empatizar, escuchar, estar pendiente de la otra persona (sin olvidarme de mí mismo), el interés y la motivación por la situación, las ganas de aprender, no tener prejuicios… En definitiva, y aunque suene a tópico, lo importante es la actitud.

Conoce la teoría, infórmate bien y cuando estés en el lío aplica las habilidades sexuales. Y recuerda que alguien puede estar incómodo y querer parar un juego o cambiar una postura y no pasa nada. Recuerda que hay que disfrutar de lo que se está sintiendo en cada momento. Recuerda no comerte la cabeza. Recuerda que es un juego de dar y recibir. Recuerda que no todo es el orgasmo. Recuerda que la erección puede subir y bajar, es normal y no implica menos deseo. Y si te parecen muchas cosas a recordar, simplemente siente, haz sentir, comunícate con la otra persona, contigo mismo, disfruta y déjate llevar.

Buenos, buenas y buenes amantes

No sé si os sonará una frase que dice “No hay mujer frígida sino hombre inexperto”. Ya no se oye demasiado, pero durante un tiempo parecía una frase de liberación femenina. Gran error porque esa frase traslada la idea de que el placer de la mujer depende del hombre y eso tiene dos consecuencias nefastas. Una para la mujer, que no toma las riendas de su propia satisfacción. Y la otra para el hombre, que asume sobre sus hombros una gran responsabilidad.

Tradicionalmente se le ha asignado al hombre esa responsabilidad en relaciones heterosexuales y de ahí viene esa idea de que sean ellos quienes tengan que ser buenos amantes. Pero el ars amandi nos incumbe a todos, todas y todes, independientemente de género y orientación.

En definitiva, ponle mucha actitud, unos buenos conocimientos y practica con empatía y tendrás la receta para el éxito en la cama. Al final, parece que sí había una fórmula infalible.