Explora nuestra colección y deja que tus deseos tomen el control. ✨

woman-seducing-man

Relato erótico – El giro del deseo

19 octubre 2025,

Escrito por

Isabel trama un plan travieso cuando encuentra un juguete sexual entre la ropa interior de Diego. ¿Quieres saber qué pasa después? ¡Descúbrelo en el nuevo relato erótico de “Juan”! ¡Disfruta mucho la lectura!

El giro del deseo

A Isabel le costaba mantener el equilibrio en las escaleras. Acababa de pasar más de una hora planchando y doblando ropa, además llevaba una cesta con ropa limpia bajo el brazo izquierdo. Era una tarea pesada, pero también le daba una extraña sensación de satisfacción. Normalmente era su marido Diego quien se encargaba de eso. Se repartían bien las tareas del hogar. Pero esa semana él trabajaba todas las noches en un informe que debía entregar el viernes.

Isabel apiló las toallas en el armario y colgó las camisas de Diego. El olor de la ropa limpia le producía una felicidad sorprendente. Guardó sus sujetadores y braguitas en su cajón y luego abrió el de Diego. Tuvo que empujar un poco para meter todos los calzoncillos, y al hacerlo su mano chocó con algo duro. ¿Qué escondería Diego en su cajón de ropa interior? Isabel miró con cuidado por la puerta. Desde allí podía ver que él seguía concentrado en su trabajo.

Como una arqueóloga profesional, escarbó entre los calzoncillos y calcetines hasta sacar un cilindro de plástico del tamaño de una linterna. Pero no era una linterna. Isabel no era ninguna ingenua. Ese objeto era un juguete sexual. Mientras lo sostenía, mil pensamientos cruzaron por su cabeza. Siempre habían sido muy abiertos hablando de su vida sexual, y tenían en el dormitorio una cesta con vibradores, un dildo, distintos lubricantes y unas esposas. ¿Por qué entonces Diego escondería un juguete aquí? Sabía perfectamente que él a veces se masturbaba. Si lo confrontaba, seguramente él se sentiría avergonzado.

Como una arqueóloga profesional, escarbó entre los calzoncillos y calcetines hasta sacar un cilindro de plástico del tamaño de una linterna.


Solo necesitó unos segundos para idear un plan travieso. Isabel cogió un conjunto de lencería sexy de su cajón y se cambió en silencio. De vez en cuando espiaba a Diego y comprobaba que seguía muy concentrado. Él la había sorprendido muchas veces con juguetes con forma de pene… ¿por qué no mimarlo ella a él con una vagina artificial? ¡Claro que sí!

Con paso lento, Isabel entró en el despacho donde su marido llevaba noches trabajando sin parar. Tardó un momento en darse cuenta de que ella estaba allí, y tuvo que mirar dos veces para ver que tenía puesto su lencería más provocativa. “Wow.. pero tengo que terminar esto”, balbuceó. Isabel sonrió.
“El trabajo no lo es todo, amor.” Isabel sacó el masturbador de detrás de su espalda y lo sostuvo juguetonamente frente a él. Sus dedos acariciaban suavemente el cilindro. En segundos, unas manchas rojas aparecieron en el cuello de Diego.

“Puedo explicarlo. Yo…”, murmuró él, visiblemente avergonzado. Pero Isabel le puso un dedo en los labios para pedir silencio. No había lugar para la vergüenza. Si él la complacía con sus vibradores favoritos, ella también podía disfrutar dándole placer. Ahora era su turno. Con suavidad, giró su silla y se arrodilló entre sus piernas. Cuando Isabel tenía algo en mente, nada la detenía. Y mucho menos si se trataba de sexo.

Con suavidad, giró su silla y se arrodilló entre sus piernas.


Mientras le desabrochaba el cinturón y la cremallera, mantenía el contacto visual. El brillo en sus ojos hizo que Diego se mordiera el labio. De pronto, la fecha límite del informe dejó de importar. Le fue muy fácil ponerlo duro con las manos. Se conocían a la perfección, e Isabel sabía exactamente cómo tocarlo para excitarlo. Con largos movimientos de lengua, humedeció su miembro erecto. A él le encantaba que le hiciera sexo oral. Pero, Isabel tenía otros planes.

De pronto Isabel sacó el cilindro de plástico. Con la destreza de quien lo ha hecho mil veces, deslizó el juguete sobre su pene erecto. Diego echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. El interior suave y con textura le provocó un placer inmediato. Apretó con fuerza los reposabrazos hasta que los nudillos se le pusieron blancos, mientras Isabel movía el masturbador lentamente arriba y abajo. Ahora entendía por qué él se excitaba tanto cuando la veía usar un vibrador o un dildo. Era increíblemente excitante ver cómo su hombre se entregaba al placer. Isabel juntó los muslos, intentando calmar el cosquilleo que sentía… sin éxito.

Con la destreza de quien lo ha hecho mil veces, deslizó el juguete sobre su pene erecto.


Con admiración y asombro, Isabel vio cómo Diego se acercaba rápidamente al clímax. No había nada que deseara más. Después de tantas veces que él la había complacido con juguetes, ahora era su turno. Sin dudarlo y sin contención, aceleró el ritmo hasta que él eyaculó dentro del cilindro que sostenía en la mano.

Isabel le dio un beso en los labios. “Ahora termina ese informe, cariño. Yo voy a limpiar esto y luego lo guardo en nuestra cesta, porque lo vamos a usar muchas más veces”, dijo Isabel.

¿Qué tan excitante te pareció este relato erótico?

Escrito por

Eva

Autor
Eva es una joven creadora de contenido apasionada que combina su amor por el storytelling con un agudo sentido del detalle. Con una destacada experiencia en la creación de contenidos inspiradores y cautivadores, Eva sabe exactamente cómo conectar con las emociones. Su entusiasmo es contagioso y su ambición se refleja en todo lo que emprende.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas