Lencería, zapatos, medias… ¿Por qué nos excitan algunos objetos?

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Escrito por nuestra sexóloga Arola Poch

Pocas personas habrá que no le vean algo sexy a algún objeto. Ya sean unas medias que moldean las piernas, unos zapatos de tacón que contonean el caminar, una ropa interior que se asoma y hace volar el deseo… Es el principio del fetichismo: asociar características eróticas a prendas u otros objetos.

No toda atracción por objetos se considera fetichismo. Podríamos diferenciarlo en dónde está el foco de excitación. Si está en la persona o en el objeto. Es decir, ¿me excita la persona que lleva esos zapatos o los zapatos independientemente de la persona? Ahí estaría el quid de la cuestión. Aunque a veces, hay que decir, la línea que separa cuando alguien es fetichista o no es muy fina. Y no es estática, no hay un nivel o grado a partir del cual se pueda poner ese calificativo. Depende, más bien, de la vivencia personal de cada cual y cómo quiera etiquetarse.

Lencería, zapatos de tacón, botas, sandalias, medias, ropa interior… son los objetos que más habitualmente provocan deseo erótico. Muchos fetiches están claramente vinculados con personas: son prendas, calzado o características corporales. Es fácil entender que las características sensuales se traspasan, por asociación, al objeto. Pero también puede haber atracción hacia otros elementos. El mundo de los objetos fetiche es muy amplio, yo diría que casi cualquier cosa puede llegar a serlo.

Cada persona tiene su propia historia sexual, es decir, las experiencias que han ido configurando cómo vive su sexualidad. Habrá personas que, por diferentes motivos, le hayan dado a un objeto unas características eróticas. Puede ser porque se han enamorado de no sé quién que lleva siempre una determinada prenda o porque ese gesto con el zapato les recuerda a alguien que les resultaba muy atractivo o porque el tatuaje en el vientre lo llevaba aquel primer y explosivo amor. Así se empieza a crear un fetiche, por asociación. Así que el principal motivo por el cual hay a quienes les excita un determinado objeto (y no otro) es por la mochila personalizada que cada cual lleva a sus espaldas.

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Por otro lado, la sociedad también nos condiciona en cómo vivimos nuestra sexualidad. Y también tiene su influencia en los fetiches. De hecho, el fetichismo es uno de los ejemplos más claros de cómo el sexo es, sobre todo, cultural. Muestra de ello es que haya culturas como la japonesa donde hay una variedad de exhibiciones eróticas que a ojos occidentales nos parecen peculiares. Y, si le damos la vuelta, estoy bastante convencida de que si una tribu aislada del Amazonas viniera aquí y viera lo que a nosotros, como cultura, nos excita, en general no le parecería muy normal.

Socialmente hay objetos que se han asociado a un determinado tipo de personas consideradas más sexys o con un erotismo más desbordante. Ver ese objeto nos hace imaginarnos a una persona con determinadas – y atractivas – características. Los zapatos de tacón y su evolución histórica son un gran ejemplo de esto. Hemos construido una asociación muy fuerte entre el zapato de tacón y la feminidad, pero no una feminidad cualquiera, sino la más estereotipada: una mujer bella, sinuosa, de atractivo contoneo, alegre, coqueta, segura… sexy. Pero no siempre fue así, de ahí que la historia de los zapatos de tacón merezca la pena ser contada.

Los zapatos de tacón como fetiche

En los siglos XVI y XVII los zapatos de tacón eran un objeto de uso masculino. Los hombres los usaban para aferrarse mejor al estribo del caballo y eran símbolo de la clase alta (no se podía trabajar usando un incómodo calzado). Luis XIV, rey francés, usaba zapatos con tacón de hasta de 10 centímetros para aumentar su altura. Cuando se dejó de ir a caballo, ya no tenía sentido usar tacones y empezaron a entrar en desuso.

En el siglo XVIII el zapato de tacón pasó a ser prenda para mujeres. Era un tacón mediano que seguía usándose a finales del siglo XIX y principios del XX como se pueden ver en las populares postales eróticas de la época. Las mujeres de estas postales eran, normalmente, prostitutas.

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Provistos de un alza entre 7 y 10 centímetros (o incluso más), los tacones de aguja o stilettos son, en el imaginario colectivo, el calzado fetiche por excelencia (aunque no es el único tipo de calzado que resulta excitante). La moda fue la responsable de metérnoslo por los ojos y por los pies. En 1940 los diseñadores Roger Vivier y Salvatore Ferragamo los incorporan a sus diseños como símbolo de feminidad, de glamour, de elegancia, de erotismo… De hecho, fue Ferragamo en 1953 quien diseñó el zapato con tacón de 11 centímetros que luce Marilyn Monroe, icono de esa clásica feminidad, en la película “Los caballeros las prefieren rubias”.

El cine, la publicidad, la fotografía… los medios son los encargados de afianzar esta relación entre el zapato y la mujer, mejor dicho, un determinado tipo de mujer. Así vamos, como sociedad, transfiriendo esas cualidades femeninas al zapato. Vemos un stiletto e inferimos que lo lleva una femme fatale o, si los usamos, nos sentimos poderosas o poderosos. Se van estableciendo condicionantes y creando fetichismos.

Y así, entre las experiencias individuales y la influencia social, se va construyendo nuestra sexualidad.

Recuerda que puedes dejarme tus consultas personales para que las resuelva (de forma anónima) en próximos artículos en el siguiente link: https://www.easytoys.es/mag/author/arola-poch/

Arola Poch

Sexóloga

Arola Poch es psicóloga y sexóloga. Licenciada en Comunicación Audiovisual. Es experta en fetichismos y sexualidades no normativas. Imparte talleres de educación sexual para jóvenes y adultos, es profesora universitaria, tiene consulta de sexología y parejas. Cuenta con dos libros publicados “Las cosas claras” y “Lo normal es ser raro”. Colabora con frecuencia en medios de comunicación, entre otros, desde hace cinco años está semanalmente en Radio Nacional de España.

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1 comentario

carlamila
noviembre 3, 2021 7:18 pm

Curioso artículo. Me encantó, sobre todo el origen de los tacones. Lo cierto es que algunos, que a mi entender se pasan de cms, deben ser de lo más incomodos de poner. Y sobre la lencería, todo dicho, y muy bien dicho.
Gracias por compartir!
Saludos

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